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lunes, 14 de julio de 2014

leyendas de lambayeque

LA VENGANZA DE LA LUNA

La luna se había enamorado de un indio mochica noble, que era un hechicero, para lo cual se convirtió en mujer, pero fue desdeñada por él, a pesar de los constantes requerimientos de aquella, debido a que él quería dedicarse por entero a las actividades de su oficio.

Sin embargo, fue tal la paciencia y la constancia de la Luna , cuya condición desconocía el hechicero, que éste para deshacerse de ella y engañarla, fingió aceptar sus amores llegando a realizarse la ceremonia matrimonial.

Para sancionar el acto, como era de ritual, se colocó entre ambos novios una vasija nueva, de barro, conteniendo harina de maíz. En seguida fue encendida la hoguera, que ambos novios avivaron soplando y una vez que el fuego había cocido la torta, el más anciano de los concurrentes a la ceremonia, que debería ser presenciada por todos los habitantes de la comarca, dijo ritualizando el acto: “Ya estáis casados y formáis una sola pareja. Estáis obligados a l mismo cariño ya a partir igual las penas y alegrías, tal como habéis atizado los dos juntos, esta hoguera, que refleja vuestro amor no se holgará el uno cuando el otro no lo haga, ni se mostrará indiferente el uno cuando el otro se encienda en las llamas del amor de esta hoguera, porque entre vosotros habrá ligadura de un solo afecto”.

Y el ritual matrimonial estaba terminado, esperándose solamente la torta de maíz se enfriara para ser dividida y repartida entre ambos novios y el padrino.

Pero como quiera que el hechicero mochica había asistido al acto con el deliberado propósito de no cumplirlo, hizo que la torta conservara su calor y que no pudiera ser repartida, por cuyo inconveniente el matrimonio, en realidad, no tenía legalidad requerida.

Cuando la Luna se dio cuenta del hechizo que sufría la torta de maíz leyó en la mente de su consorte sus pensamientos más recónditos, castigó al mochica como ladrón, por haberle robado su amor y lo colocó en el Cielo, en la constelación de las Tres Marías.

De las tres estrellas que forman esta constelación la del medio representa la hechicero mochica, a quien la Luna para castigar, hizo prender por las otras dos estrellas, las de los extremos, las cuales no lo dejan escapar. Pero previendo que pudiera evadirse, colocó cuatro guardianes más, que son las otras cuatro estrellas, las que se encuentran al sur de dicha constelación y que en realidad son cuatro buitres con la misión de devorar al desgraciado hechicero en caso de que pudiera evadirse de los guardianes.

Estas siete estrellas fueron colocadas en el firmamento por la Luna que escribió así permanentemente, este suceso en el Cielo para que se tuviera constante recuerdo del hecho, algo así como un Código Penal eterno que perpetuara el robo y simbolizara el castigo.

Y desde entonces nunca más la Luna se convirtió en mujer; y desde entonces nunca más la Luna se volvió a enamorar; y desde entonces la Luna se tornó en perseguidora de ladrones y en castigadora de malhechores.
 
(Según relato del Señor Marco A. Cabero)



MITO DE LA PRISIÓN DEL DIABLO Y EL CERRO MULATO



Los ángeles en su lucha eterna con el diablo, cuando lo perseguían, lograron rodearlo y encerrarlo en el cerro Mulato, que se encuentra en los límites de Lambayeque con Cajamarca. Como el diablo no podía escaparse, los ángeles decidieron hacer guardia para cuestionarlo, y el diablo determinó pasar aquel encierro en la forma más alegre posible.

Fue entonces que el diablo crió sus gallinas, sembró flores y se constituyó una orquesta. Los animales los sacó de las piedras, el jardín y las flores lo formó de las nubes y la orquesta de las tormentas. Por eso en la falda de aquel cerro se escucha cacarear de las gallinas el ruido que produce el agua al regar el jardín y se oye la música del diablo. Aquel que escuchara estos tres ruidos maléficos debiera convertirse instantáneamente en piedra, a no ser que resolviera desencantar al diablo, lo cual precisa que se “encompatara “ o se empatara con él, diciéndole de su alma en venta, porque sólo así terminará el mito encantamiento del cerro Mulato y la prisión del diablo.

Sin embargo, en la falda el cerro y en algunas de sus piedras se ven signos misteriosos, caracteres irregulares, propios del ocultismo y de la magia, que no pueden ser descifrados, sosteniéndose que aquel que pueda interpretarlos totalmente desencadenará el cerro y aprisionará al diablo.
 

MITO DE LOS PECES Y DE LOS HOMBRES



Los peces habían sido seres humanos, como descendientes de una antiquísima raza de enanos, que poblaba nuestras tierras, en edades pretéritas. Vivían en ciudades lacustres; sólo se alimentaban de pescado; reverenciaban al mar, sus tormentas, sus arenas y sus conchas. Mitigaban su sed con la sangre de los peces y sólo salían de sus moradas cuando el Sol desaparecido del horizonte. Las noches de la Luna eran de duelo para ellos y cuando más oscuro estaba el cielo y se tornaba amenazante el mar, solían efectuar sus fiestas y sus ritos. Consistían unas y otros, especialmente en sacrificios ofrecidos a su Dios principal “el robalo”, al cual reverenciaban y respetaban , llegando a tal extremo su temor por ese Dios que bastaba con que alguna lo viera a la distancia, para que fuera exterminado inmediatamente, de conformidad con la usanza ancestral que establecía que mirar a Dios era tomar algo de El y hacerse superior a los demás hombres.

Y así pasaron los tiempos y corrieron las edades; se formaron nuevos mundos y nacieron otras civilizaciones, hasta que el Sol tomó posesión del Cielo y ordenó a los hombres – peces que se calentaran con el fuego que El ofrecía, que habitaran las tierras, se alimentaran de sus productos y que bebieran de sus aguas. El Sol llegó a ellos tomando la apariencia de una ballena, pero los primitivos hombres – peces no sólo despreciaron sus mandatos, sino hasta lo persiguieron, negándose a reconocer sus potestad y su fuerza.

Entonces el Padre Sol, el Poderoso Hacedor, el Dueño de los Mundos destruyó sus viviendas y los convirtió en peces, condenándolos a morir cuando fueran calentados por su calor o cuando vieran la luz de la Luna o las estrellas, por no haber querido aceptar la nueva ley de las esferas.

Por eso y desde aquella época los peces mueren al ser sacados de las aguas.
 



(Relatado por la abuela del autor, señora Manuela Paredes)



MITO DE LA COSTILLA DEL DIABLO Y DEL HUESO DE BALLENA



En un antiguo y curioso expediente sobre deslinde de las tierras y salinas de Ñan y de Corñan, que constituyen parte de la actual hacienda de Yéncala, en las inmediaciones de la ciudad de Lambayeque, existe la prueba documental de esta historia clásica.

El general don Luis del Castillo y Andraca era Corregidor y Justicia Mayor de la ciudad de Santa y del partido de Chiclayo, Chimú y Chicaza y a él le correspondió verificar y presidir la diligencia de deslinde de dichas tierras y salinas, hacia el 20 de octubre de 1624.

El punto de referencia de aquel deslinde correspondía a un hueso de ballena, colocado en la orilla del mar y alrededor del cual se constituían los diferentes derechos y las reclamaciones de las diversas parcialidades pretendientes.

La leyenda establece que ese hueso, era en realidad, una costilla del diablo, el cual había sido muerto al ser derrotado por el Niño – Dios, después de larga y azarosa lucha.

A fin de que el diablo no pudiese resucitar de nuevo, para continuar su reinado del Mal, el Niño – Dios fraccionó y quemó todo el cuerpo vencido, pero no pudo hacerlo con una de las costillas del cadáver, porque habiendo recibido el diablo, un rayo del Cielo en una de sus costillas podía evitar su total destrucción, cambiándola constantemente de sitio. De aquí explicado por qué ese hueso aparece, según referencias del expediente, ubicado en los más diversos y apartados sitios y como para simbolizar la lucha eterna, el diablo maldijo las tierras que ostentaran parte de su cuerpo sosteniendo que en ellas la lucha sería eterna y en muchos pedazos repartidas, tal como sucedió a su cuerpo, antes de la incineración.

Por eso es que en dicho expediente el hueso, materia del deslinde y origen de la historia, se encuentra repartido en muchos sitios y las tierras y salinas también fueron fraccionadas entre una gran cantidad de poseedores o comuneros.

Por eso también que donde quiera que se ubique ese hueso, que había sido objeto de continuada lucha, el pleito entre los hombres proseguiría, hasta que todo esqueleto del diablo fuera juntado y quemado íntegramente por el vencedor, simbolizando así la futura unidad racial y su vuelta al Incanato, aun solo Rey y a un solo Dios.

(Según el relato de la señora Blaza Izaga)





EL MITO DE LAS ESTRELLAS Y DE LOS HOMBRES



Los antiguos mochicas se creían descendientes de cuatro estrellas primitivas o sea de dos parejas matrimoniales de astros, que habían procesado a todos los mundos.

Era cuestión fuera de duda, para los primeros mochicas, que todo lo celestial tenía un exacto duplicado terreno. El aforismo cabalístico de “Así como es arriba es abajo” era, para ellos, un artículo de fe religiosa.

En lo que respecta a sus creencias sobre los astros eran primitivas y restringidas. Así, por ejemplo, la Luna era más poderosa que el Sol y también más útil, ya que se dejaba ver de noche y porque despejaba las nieblas. Y se dejaba ver de noche especialmente para perseguir a los ladrones y castigarlos, puesto que era el vicio del robo el que ella más aborrecía. En segundo lugar veneraban al planeta Venus, a Sirio y a la constelación de las Pléyades o Siete Cabrías, que según sus creencias era la autora y creadora de todo el ganado cabrío, vigilando y cuidando del mejor desarrollo y conservación de los rebaños.

Aquella doble pareja estelar, autora de todos los humanos, parece que estaba constituida por las estrellas de las constelaciones del Can Mayor y del Pescado Austral. Las dos estrellas más grandes y brillantes dieron origen a los nobles, a los principales, a los más inteligentes de los mochicas, mientras que de las otras dos estrellas, las más pálidas y pequeñas, procedieron los humildes, los tontos y los plebeyos. Por esto sólo los nobles podían desempeñar las más elevadas funciones del Estado, puesto que eran del mejor linaje celeste y estaban protegidos evidentemente por sus progenitores del Cielo, estándoles reservado, a los de la clase inferior, de acuerdo también con su origen, los cargos, aficiones y menesteres de menor importancia.



¿Cómo podría desempeñar, por ejemplo, el cargo de divino o sacerdote público, un mochica que no tuviera a su favor un origen importante? En ese caso contrario no existía la garantía nacional, la fe pública, ya que pensando sobre ellos la responsabilidad del pueblo y la vida propia del Estado, bien fuera en lo que respecta a las calamidades, a las enfermedades, a las guerras, a los hombres y a los triunfos, y estando por su propio origen y descendencia, acaparados por sus padres del Cielo, no debieran equivocarse nunca.

De esta manera los primeros habitantes de las tierras lambayecanas se aseguraban la bondad de los cielos y adoraban a los astros, las lluvias, los vientos, el rayo, el relámpago, el trueno y las auroras, porque eran manifestaciones del amor o de la cólera divinas.



(Según relato del señor José Isique)



EL SOL PADRE DE LOS BRUJOS



Para esta leyenda el Sol fue un brujo, el más sabio, el más poderoso y el más completo de todos. Con la ciencia mágica de su brujería creó los Mundos y edificó los Cielos, que por su aspecto redondeado semejan a las piedras mágicas; el mar a la mesa del sacrificio; los astros las diferentes clases de imanes; las culebras maceradas los cometas; las yerbas del conocimiento y el sopor que producen representan la noche y la “macana” la vara mágica del poder.

El Sol en su calidad de brujo trabaja siempre de noche, para engañar a los Dioses, ya que si éstos se dan cuenta de que abandona sus huestes celestiales, le despojarán de sus atributos reales.

Símbolo de su poder mágico es la “macana”, especie de cetro, que por su semejanza ostentan todos los Dioses de las más diversas mitologías y todas las Autoridades,

desfigurándolo o simbolizándolo, pero siempre bajo el mismo tipo y con idéntico objeto.

La “macana” es en realidad una especie de calabaza, que representa el poder mágico, la autoridad del taumaturgo, la fuerza invisible; las piedras que dentro contiene y que al ser agitadas, producen un crepitar especial tienen por objeto alejar, con su ruido, a los poderes maléficos, llamando a las fuerzas del Bien, evidenciar “el daño” de los brujos y hacerlos propicios para el sacrificio sagrado.

Los brujos, para seguir las primitivas enseñanzas del Sol, trabajan sólo de noche, en reserva; cortan los malos vientos con una espada enmohecida y mocha; cogen las yerbas del conocimiento a la media noche, en los sitios más abruptos de los cerros y para este fín deberán ir solos, descalzos y caminando sobre los dedos de los pies.

Siendo, pues, la brujería una verdadera escuela de sabiduría primitiva, que según la leyenda estableció el propio Sol, tuvo su máxima representación en las costas yungas y continúa existiendo, como lado representativo de la forma sacerdotal de una religión y como degeneración de las primitivas prácticas mágicas.



(Según relato de la señora Carolina Mantilla)



















MITO DE LA MISHA DE LOS SIETE COLORES, LAS AGUAS BRAVAS, LA SERPIENTE DE PLATA Y LA VOZ DEL SOL



En la hacienda llamada “Palambe”, en el lindero entre Lambayeque y Cajamarca, existe un cerro aislado y abrupto, célebre por la furia de sus vientos, que casi lo hacen inaccesible y porque la leyenda lo ha hecho asiento de una laguna misteriosa, donde habita una serpiente de plata.

Antes de que el Sol fuera dueño de las esferas, señor de los espacios y amo de los cielos era un simple mortal, casado con su hermana la Luna , ser humano como él.

Cuando ambos consortes recorrían los mundos, tratando de encontrar un lugar que les sirviera de albergue y un sitio que pudieran convertir en hogar permanente, llegaron a la cima de aquel cerro que era bello, tranquilo, alegre y accesible y encantados de la paz que se disfrutaba en él se establecieron allí.

La Luna, aun cuando era un ser femenino, no disponía de los lujos ni de las necesidades de la moda o de la apariencia, y por lo mismo no conocía los espejos, los collares, las pulseras, los afeites o las pinturas, y el matrimonio vivía feliz y dichoso. Pero una mañana en que la Luna se bañaba en la laguna, que en lo más alto de aquel cerro existía un bejuco de color verde pálido le rodeó el cuello y las hojas azules, rojas y violetas de la misha de los siete colores le cubrieron la cara.

Tranquilizada la superficie de las aguas, la Luna , se miró a sí misma, convirtiendo a aquella laguna en el primer espejo de la humanidad, se vio bella, adornada con el primer collar y las primeras pinturas de la mujer y enamorándose de sí misma se negó a abandonar la laguna, a pesar de los requerimientos del Sol, su esposo.

Ante las constantes negativas de la consorte, el marido, poniendo en práctica sus artes mágicas procedió al encantamiento del cerro y de sus contornos e hizo que sus aguas tranquilas se volvieran bravas, para que no reflejaran más ninguna faz en su superficie y para que rompiéndose el encantamiento, su esposa, volviera a su poder, hizo que el bejuco se convirtiera en serpiente de plata, a la cual dio el encargo de velar y cuidar del agua de la laguna; hizo que la planta que adornó los labios y las mejillas de la Luna fuera desde entonces la hierba de los magos o de los brujos y que tuviera los siete colores, puesto que se los había dado a la Luna y por último, gritó estentóreamente, para que los demás seres no turbaran el reposo de su hogar y para que otros dioses no pretendieran arrebatarle sus encantos.



Desde entonces las aguas de aquella laguna se volvieron bravas; en sus orillas y rodeándola nació y creció la misha de los siete colores, como una prueba palpable de que ese lugar pertenecía a la familia del Sol; fue creada la serpiente de plata, para que vigilara su hogar, y por último, hizo que sus gritos se convirtieran en vientos rápidos y aires vertiginosos, probando así que la voz del amo de los Cielos se extiende y se oye por todos los ámbitos de la Tierra.

Inaccesible es el cerro, porque la voz espanta; el que mire las aguas se convertirá en bejuco; el que toque la misha se volverá una planta y quien vea a la serpiente de plata morirá espantado.



(Según datos del doctor Rómulo Paredes)





EL MITO DEL GRANO DE MAIZ



Guerreros valerosos y fuertes habían sido los que lucharon contra los Dioses de la Tinieblas , ayudando a las fuerza de la Luz , para que triunfaran en los cielos.

Una vez terminada la lucha pidieron permiso a los Dioses para labrar sus tierras, reparar su hacienda, procurar su adelanto y resarcirse de las pérdidas ocasionadas por una lucha tan larga; pero el Dios de la Guerra consideró ese pedido egoísta como signo de debilidad y como prueba de cansancio, y maldiciendo a la tribu de los guerreros les dijo: “Nunca más seréis mis guerreros; os convertiréis en plantas fijas en la Tierra , para que sufráis eternamente los rigores de los tiempos; pero en recuerdo a vuestro pasado valor, ,a vuestras hojas terminarán en punta cual si fuesen flechas; vuestros tallos semejarán arcos, por lo largos, y vuestros frutos aparecerán pequeños y abundantes como piedras, cuando estén separados, y, cuando juntos semejarán maza. El tallo y las hojas servirán de alimento a los animales y el fruto a los hombres. No merecéis ser Dioses”.

Pero Dios, hombre también, el más sabio, el más grande y el más perfecto de todos, tuvo hambre. En aquellos tiempos el tallo, las hojas, las raíces y el fruto del maíz eran totalmente verdes y nadie hasta entonces, animales u hombres, habían probado sus productos, porque era una planta maldita y necesitaba, para purificarse, que un Dios la redimiera del pecado.

Y el Sol bajó a la Tierra en busca de alimentos y cogió una mazorca de maíz a cuyo contacto el fruto y todo el árbol tomaron el color del Sol.

Y el padre Sol comió del grano de maíz y lo bendijo, diciendo: ”Planta sagrada que me alimentase, yo te otorgo el derecho de ostentar mi propio color y de servir de alimento a otros dioses y a los hombres. Aquellos a quienes sirvas de sustento se comerán a su Dios y se sentirán como El”.

Desde entonces el grano de maíz, cuando madura se vuelve amarillo, porque toma el cuerpo del propio Sol; en El vive Dios y con El se alimenta, y los hombres al comerlos saben que se sustentan con el propio cuerpo de su Dios, por cuyo hecho El les dará la vida eterna. Por eso la chicha de maíz se consideró como el licor sagrado, siendo usada en las ceremonias religiosas y políticas de mayor importancia.



(Relatado por el ingeniero señor Julio C. Rivadeneyra)







VIDA Y ALMA DE LOS CERROS

El cerro es un almacén de calor, que se contrapone al frió de la muerte. Por sus taludes desciende el agua que Rupay, el Sol, envía y que alimenta a las plantas, a los alimentos y a los hombres. Además, el suelo es hijo del cerro, porque no es sino el fruto de su descomposición, que se disgrega por el calor y por los vientos. Si los cerros dan vida, también la tienen. Por eso cuando Rupay, el Sol, tiene sueño, penetra en los cerros y en ellos se duerme: es el hogar del Sol, del calor y de la Luz. Dormirse es morir por etapas; dormirse es desaparecer un poco; despertarse es trabajar; despertarse es también alegrarse.

Si Rupay, el Sol, penetra en los cerros para dormir y sale de ellos para vivir, y siempre es imperecedero, para procurar ser igual a Él, hay que enterrar a los muertos, es decir a los hombre que sueñan con El, debajo de las arcadas, que son las puertas de los cerros para la vida junto al Sol sea eterna dentro de la propia serenidad de la muerte, y después del largo viaje, siguiendo el mismo sendero por donde va Rupay, el Sol, convertirse en nubes blanquísimas que lo reflejen a Él, por como El son generaciones imperecederas de vidas sucesivas y continuadas, ya que se trasmutarán en lluvia y luego nuevamente en nubes; y así retornarán y vivirán eternamente. Ser nube blanca, es la más grande aspiración y el mayor beneficio, porque la nube blanca no siente frío ni hambre, no sufre ni padece y es el símbolo de la serenidad constante y de la paz perpetua y de la felicidad eterna.

Sólo los malos se vuelven nubes negras que reflejan a Supay, el demonio y de la lucha entre Rupay, el Sol, la nube blanca y Supay, el demonio, la nube negra se enciende el rayo, que es el reflejo de la cólera de ambos, cuyo fuego se apaga porque las nubes blancas se transforman en lluvia. Si no fuera, pues por las nubes blancas, el demonio, el rayo quemaría al Mundo.

Por eso precisa enterrar a los muertos en las arcadas de los cerros, con abundantes alimentos, para que estén junto al Sol y para que puedan seguir el largo viaje con el Sol y por su mismo camino.

Cada cerro tiene una alma propia y otra colectiva o grupal. La primera está formada por la vida oculta del mismo cerro y la segunda la constituyen todas las almas de los que han sido sepultados en el cerro y que han encontrado el descanso eterno en su seno.

El alma propia del cerro cuida de las almas de que es guardadora; las defiende y se personifica con ellas. Es tal su decisión y su poder que aquel que pretendiera arrancarle sus secretos o sus tesoros, sería atacado del “mal del cerro” o en cambio “se le comería el cerro”. Aquel mal consiste en una tristeza completa y constante, que conduce irremisiblemente a la muerte y el segundo castigo estriba en que la víctima no volverá a ser vista jamás, porqué el cerro la tomará para sí y la depositará en sus entrañas.

AGUSTO LEON BARANDIARAN

Pero como el propio espíritu del cerro y su alma colectiva necesitan personificarse para vivir, y, como solamente la culebra penetra libremente en las entrañas de los cerros, estos se convierten en culebras de oro, lo que encierra un doble símbolo, ya que el ofidio representa a la tierra, al cerro y al hombre y el metal al Sol, a Dios y al tesoro.

Aquel ser humano que coja o mate a la culebra de oro, poseyendo con ello la cable del enigma, se hará dueño del tesoro, del alma del cerro y de las almas de aquellos que tienen en él su sepultura y que tan avaramente se guardan.

Y ese hombre, dueño del secreto, podría producir a voluntad el “mal del cerro” o hacer que los hombres sean “comidos por los cerros”. Sería, pues el creador de la enfermedad, el dueño del mal y el dador de la muerte.



(Según datos del ingeniero señor Julio C. Rivadeneyra)





HISTORIA DEL MITO CELESTE



El Sol y la Luna constituyen un matrimonio de estirpe real: Las estrellas, cometas, nebulosas y demás elementos estelares forma la corte: Todas las mañanas los esposos se separan para juntarse nuevamente en las noches, a excepción hecha de las noches de Luna llena, en que el ayuntamiento es impropio.

No sólo la Tierra y los seres que la habitan se aprovechan del Sol, también el agua, cuando lo refleja, se convierte en nube, donde se cobijan los espíritus buenos; mientras que el viento huracanado, el viento frío, que no se detiene nunca, lo nubla ocultando, por lo mismo, a los espíritus malos, los cuales embisten furiosamente y en sòn de guerra a los demás elementos, para destruirlos; pero el Sol ha colocado sus defensas y fortalezas, que son los cerros y montañas, para desviarlos, detenerlos y convertirlos nuevamente en lluvia y granizo, haciéndoles sentir así que se encuentran sujetos a su poder y a su arbitrio. Así también son los hombres, nubes y aguas, aguas y nubes, según sea sus propio progreso y su natural, evolución. Hombres buenos: nubes blancas, lluvia fecundante, paz, serenidad y producción; hombres malos: nubes negras, tormenta, desorden y ruina. De aquí explicado porque se le rendía culto al Sol siempre con alabanzas, nunca con ruegos y se le hacían ofrendas de flores y de frutos, que eran los productos de las tierras, vivificadas por las aguas.

Cuando se produjo el primer eclipse solar, los hombres creyendo que era la muerte definitiva del Sol, su padre, se prepararon a morir también con El ya que sabían que dormía o descansaba cada noche como ellos, y que como ellos también tendría que descansar eternamente; pero cuando la ocultación temporal pasó y el Sol dio nuevamente su calor y su luz aumentó preponderantemente su gloria, ya que los hombres comprendieron que era inmortal o que había triunfado sobre la muerte.

Y para darle mayor certidumbre a esta creencia el Sol, les dijo:

“Concentrad vuestros pensamientos en las aguas tranquilas, para que os volváis mejores y me reflejen en vuestros cuerpos, que por este sólo hecho se volverán iluminantes. Vuestros ojos se tomarán en lagunas tranquilas y quietas que yo calentaré, viviendo en el seno de vosotros, y, sin que lo sepáis se os dará el privilegio, al fin, de tener mil ojos para ver lo invisible. Si no me veis a veces no es culpa mía, sino que vosotros que no abría los ojos del espíritu, ya que lustra oscuridad mental me oculta. Todos los seres son iguales al Sol, en lo físico, siendo sanos y en lo espiritual, siendo buenos

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